Antonio Machado

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Antonio Machado (1874-1939)

POEMAS PUBLICADOS

BIOGRAFIA:

Poeta e prosador espanhol pertencente ao movimento literário conhecido como geração do 98. Nasceu em 26 de julho 1874 em Sevilha e passou logo a viver em Madrid, onde fez seus estudos. Em 1893 publicou suas primeiras prosas, nas seus primeiros poemas só vão aparecer em 1901.
Viajou a Paris em 1899. Em 1902 volta a visitar Paris e conhece Rubén Dario de quem será grande amigo toda a sua vida. Nesta mesma época conhece em Madrid Unamuno, Valle-Inclán, Juan Ramón Jimenez e outros destacados escritores espanhóis, com os quais mantém estrita amizade. Foi catedrático de Francês e casou-se com Leonor Isquierdo, que vem a falecer em 1912.
Em 1927 é eleito membro da Real Academia Espanhola de Linguagem. Durante os anos vinte e trinta escreve peças de teatro em companhia de seu irmão, Manuel, também poeta, estreando várias obras entre as quais se destacam “La Lola se va a los puertos”, de 1929, e “La duquesa de Benamejí”, de 1931.
Quando explode a Guerra Civil Espanhola estava em Madrid. Posteriormente se translada a Valencia e barcelona, e em janeiro de 1939 se exilou no povoado francês de Colliure, onde morre em 18 de fevereiro.


Biografia em castelhano.

• Antonio Machado nace en Sevilla, el 26 de julio, en el seno de una familia de la burguesía media, liberal y progresista. Es el segundo hijo del matrimonio de Antonio Machado Álvarez y Ana Ruiz Hernández, después de Manuel, nacido en 1874, a los que siguieron José (1879), Joaquín (1881), Francisco (1884, ya en Madrid) y Cipriana (1885, que murió a la edad de 15 años).

El padre, Antonio Machado Álvarez, había nacido en Santiago de Compostela (1846) y era licenciado en Derecho y Filosofía y Letras, aunque su gran dedicación fue el estudio del folklore. Fundó la revista El Folk-Lore Andaluz (1882-83) y publicó obras como la Colección de cantes flamencos (1881) y la Biblioteca de las tradiciones populares españolas (1884-86). Fue masón, intelectual positivista y anticlerical, amigo de Joaquín Costa y Francisco Giner de los Ríos; escribió en periódicos, entre ellos La Justicia (periódico republicano de Nicolás Salmerón), firmando con el seudónimo de «Demófilo» (amigo del pueblo).

Con ellos vivían también los abuelos paternos: Antonio Machado Núñez y Cipriana Álvarez Durán (sobrina del insigne polígrafo Agustín Durán, compilador de un Romancero general, 1849, muy bien conocido de Antonio Machado). El abuelo, Antonio Machado Núñez, krausista, era catedrático de ciencias naturales de la Universidad de Sevilla. Nació en Cádiz (1812), de joven emigró a Guatemala, estudió medicina en París con el eminente sabio español Orfila, y fue catedrático de las Universidades de Cádiz, Santiago de Compostela y Sevilla, de la que sería rector. Fue gobernador de Sevilla (1869-70), introdujo las ideas de Darwin en España y fundó con Federico de Castro, rector de la Universidad de Madrid, la Revista mensual de Filosofía, Literatura y Ciencias (1869-74). En 1875 renunció a la cátedra a raíz de la expulsión de Giner de los Ríos y otros profesores krausistas por el gobierno Cánovas (no volvería a ella hasta 1881, con la restitución de los profesores durante el gobierno liberal de Sagasta).

1881

• Antonio Machado nace en Sevilla, el 26 de julio, en el seno de una familia de la burguesía media, liberal y progresista. Es el segundo hijo del matrimonio de Antonio Machado Álvarez y Ana Ruiz Hernández, después de Manuel, nacido en 1874, a los que siguieron José (1879), Joaquín (1881), Francisco (1884, ya en Madrid) y Cipriana (1885, que murió a la edad de 15 años).

El padre, Antonio Machado Álvarez, había nacido en Santiago de Compostela (1846) y era licenciado en Derecho y Filosofía y Letras, aunque su gran dedicación fue el estudio del folklore. Fundó la revista El Folk-Lore Andaluz (1882-83) y publicó obras como la Colección de cantes flamencos (1881) y la Biblioteca de las tradiciones populares españolas (1884-86). Fue masón, intelectual positivista y anticlerical, amigo de Joaquín Costa y Francisco Giner de los Ríos; escribió en periódicos, entre ellos La Justicia (periódico republicano de Nicolás Salmerón), firmando con el seudónimo de «Demófilo» (amigo del pueblo).

Con ellos vivían también los abuelos paternos: Antonio Machado Núñez y Cipriana Álvarez Durán (sobrina del insigne polígrafo Agustín Durán, compilador de un Romancero general, 1849, muy bien conocido de Antonio Machado). El abuelo, Antonio Machado Núñez, krausista, era catedrático de ciencias naturales de la Universidad de Sevilla. Nació en Cádiz (1812), de joven emigró a Guatemala, estudió medicina en París con el eminente sabio español Orfila, y fue catedrático de las Universidades de Cádiz, Santiago de Compostela y Sevilla, de la que sería rector. Fue gobernador de Sevilla (1869-70), introdujo las ideas de Darwin en España y fundó con Federico de Castro, rector de la Universidad de Madrid, la Revista mensual de Filosofía, Literatura y Ciencias (1869-74). En 1875 renunció a la cátedra a raíz de la expulsión de Giner de los Ríos y otros profesores krausistas por el gobierno Cánovas (no volvería a ella hasta 1881, con la restitución de los profesores durante el gobierno liberal de Sagasta).

1907

• En Soria se aloja, en diciembre, en la casa de huéspedes de doña Isabel Cuevas, donde Machado conoce a Leonor Izquierdo, hija de aquélla, y con la que contraerá matrimonio dos años después.

• A finales de año aparece Soledades. Galerías. Otros poemas, nueva edición de la anterior de 1903 (de la que Machado desechó 13 poesías, reestructurando el libro y ampliándolo hasta un total de 93 composiciones, muchas de ellas publicadas ya en revistas anteriormente).

1908

• Es nombrado vicedirector del Instituto de Soria (marzo). Inicia sus colaboraciones en La Lectura («Revista de ciencias y de artes», 1901-1920, dirigida por Francisco Acebal), que se prolongarán de manera continuada hasta 1916, y en el periódico local Tierra Soriana.

En un número conjunto de la prensa soriana publica un importante artículo, titulado «Nuestro patriotismo y la marcha de Cádiz», donde uniendo el recuerdo de la conmemoración del 2 de mayo de 1808, afirma:

Acaso el golpe recibido [la pérdida de las colonias en 1898] nos pondrá en contacto con nuestra conciencia. Por lo pronto, nuestro patriotismo ha cambiado de rumbo y de cauce. Sabemos ya que no se puede vivir del esfuerzo, ni de la virtud, ni de la fortuna de nuestros abuelos […]. Somos los hijos de una tierra pobre e ignorante, de una tierra donde todo está por hacer. He aquí lo que sabemos. […] Sabemos que la patria es algo que se hace constantemente y se conserva sólo por la cultura y el trabajo. El pueblo que la descuida o abandona, la pierde, aunque sepa morir. Sabemos que no es patria el suelo que se pisa, sino el suelo que se labra; que no basta vivir sobre él, sino para él; que allí donde no existe huella del esfuerzo humano no hay patria, ni siquiera región, sino una tierra estéril, que tanto puede ser nuestra como de los buitres o de las águilas que sobre ella se ciernen. […] No sois patriotas pensando que algún día sabréis morir para defender esos pelados cascotes; lo seréis acudiendo con el árbol o con la semilla, con la reja del arado o con el pico del minero a esos parajes sombríos y desolados donde la patria está por hacer [La Prensa de Soria al 2 de Mayo de 1808, Soria, 2 mayo 1908].

1909

• Contrae matrimonio (30 de julio) con Leonor Izquierdo, de 15 de años de edad. Machado trabaja en los poemas de su libro Campos de Castilla.

Años después, ya en Baeza, Machado expresará respecto de estos años:

Si la felicidad es algo posible y real –lo que a veces pienso– yo la identificaría mentalmente con los años de mi vida en Soria y con el amor de mi mujer [carta a Pedro Chico, 1919].

1910

• Realiza una excursión a las fuentes del Duero (octubre), subiendo al Urbión y regresando por la laguna Negra, trágico escenario del poema «La tierra de Alvargonzález». En este año publica la poesía «Por tierras del Duero» (luego cambiada de título en «Por tierras de España»), que tanto había de impresionar a Unamuno. A finales de año entrega parte del manuscrito de Campos de Castilla al editor Gregorio Martínez Sierra, para su publicación en la editorial Renacimiento.

• Obtiene una pensión de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (diciembre) para cursar estudios de filología francesa en París.

1911

• Viaja con Leonor a París (13 de enero), donde Machado asiste a los cursos de filología de Bédier y, con mayor interés, al curso de filosofía moderna de Henri Bergson, en el Collège de France, donde asiste como oyente. En París escribe el relato en prosa «La tierra de Alvargonzález», que publicará Rubén Darío en la revista Mundial Magazine en enero de 1912. En julio Leonor enferma de tuberculosis, regresando ambos a Soria en septiembre.

1912

• Aparece, a mediados de abril, Campos de Castilla. El libro obtuvo un éxito inmediato; Unamuno, Ortega y Gasset y Azorín publicaron elogiosos comentarios. Buena parte del libro la ocupa el extenso romance «La tierra de Alvargonzález».

En el prólogo a la edición del libro en Páginas escogidas de 1917, escribe Machado:

pensé que la misión del poeta era inventar nuevos poemas de lo eterno humano, historias animadas que, siendo suyas, viviesen, no obstante, por sí mismas. Me pareció el romance la suprema expresión de la poesía, y quise escribir un nuevo Romancero. A este propósito responde La tierra de Alvargonzález. Muy lejos estaba yo de pretender resucitar el género en su sentido tradicional. […] mis romances no emanan de las heroicas gestas, sino del pueblo que las compuso y de la tierra donde se cantaron; mis romances miran a lo elemental humano, al campo de Castilla y al libro primero de Moisés, llamado Génesis.

• El 1 de julio aparece en Soria el primer número del periódico bisemanal El Porvenir Castellano, fundado por Antonio Machado y José María Palacio, que será su director; en este primer número publica el artículo «Apuntes. Política y cultura», con el seudónimo de «Mireno». Machado colaborará regularmente en el periódico hasta 1916, ya desde Baeza.

• A los pocos meses de la aparición de Campos de Castilla muere Leonor (1 de agosto). Machado abandona Soria y se instala en Madrid, para gestionar su traslado a otro instituto. En octubre es nombrado catedrático del Instituto de Baeza, adonde se incorpora el 1 de noviembre.

En una entrevista publicada en La Voz de España, de París, en 1938, Machado resume su experiencia soriana:

Soy hombre extraordinariamente sensible al lugar en que vivo. La geografía, las tradiciones, las costumbres de las poblaciones por donde paso, me impresionan profundamente y dejan huella en mi espíritu. Allá, en 1907, fui destinado como catedrático a Soria. Soria es lugar rico en tradiciones poéticas. Allí nace el Duero, que tanto papel juega en nuestra historia. Allí, entre San Esteban de Gormaz y Medinacelli, se produjo el monumento literario del Poema del Cid. Por si ello fuera poco, guardo de allí recuerdo de mi breve matrimonio con una mujer a la que adoré con pasión y que la muerte me arrebató al poco tiempo. Y viví y sentí aquel ambiente con toda intensidad. Subí al Urbión, al nacimiento del Duero. Hice excursiones a Salas, escenario de la trágica leyenda de los Infantes. Y de allí nació el poema de Alvargonzález.

1913

• Desde Baeza, Machado prosigue sus colaboraciones en La Lectura y en el periódico soriano El Porvenir Castellano. Lee intensamente filosofía y mantiene una continuada correspondencia con Unamuno.

En una carta a Unamuno de finales de mayo de este año, expresa Machado su abatimiento, tanto por la muerte de Leonor como por su confinamiento en Baeza:

Esta Baeza, que llaman Salamanca andaluza, tiene un Instituto, un Seminario, una Escuela de Artes, varios colegios de 2.ª enseñanza y apenas sabe leer un 30 por ciento de la población. No hay más que una librería donde se venden tarjetas postales, devocionarios y periódicos clericales y pornográficos. Es la comarca más rica de Jaén y la ciudad está poblada de mendigos y de señoritos arruinados en la ruleta. La profesión de jugador de monte se considera muy honrosa. Es infinitamente más levítica que el Burgo de Osma y no hay un átomo de religiosidad. Hasta los mendigos son hermanos de alguna cofradía. Se habla de política —todo el mundo es conservador— y se discute con pasión cuando la audiencia de Jaén viene a celebrar algún juicio por jurados. Una población rural encanallada por la Iglesia y completamente huera. Por lo demás, el hombre del campo trabaja y sufre resignado o emigra en condiciones lamentables que equivalen al suicidio.

Y más adelante, en la misma carta, se refiere a la muerte de Leonor:

La muerte de mi mujer dejó mi espíritu desgarrado. Mi mujer era una criatura angelical segada por la muerte cruelmente. Yo tenía adoración por ella; pero sobre el amor, está la piedad. Yo hubiese preferido mil veces morirme a verla morir, hubiera dado mil vidas por la suya. No creo que haya nada extraordinario en este sentimiento mío. Algo inmortal hay en nosotros que quisiera morir con lo que muere. Tal vez por esto viniera Dios al mundo. Pensando en esto, me consuelo algo. Tengo a veces esperanza. Una fe negativa es también absurda. Sin embargo, el golpe fue terrible y no creo haberme repuesto. Mientras luché a su lado contra lo irremediable me sostenía mi conciencia de sufrir mucho más que ella, pues ella, al fin, no pensó nunca en morirse y su enfermedad no era dolorosa. En fin, hoy vive en mí más que nunca y algunas veces creo firmemente en que la he de recobrar. Paciencia, y humildad.

En otras cartas a Ortega y Gasset y a Juan Ramón Jiménez, Machado expresa sus preocupaciones y ocupaciones en estos difíciles años de 1913-1914. En una carta a Ortega, hacia abril de 1913, dice:

Yo empiezo a trabajar con algún provecho. Desde hace poco empiezo a reponerme de mi honda crisis que me hubiera llevado al aniquilamiento espiritual. La muerte de mi mujer me dejó desgarrado y tan abatido que toda mi obra, apenas esbozada en Campos de Castilla, quedó truncada. Como la poesía no puede ser profesión sin degenerar en juglaría, yo empleo las infinitas horas del día en este poblachón, en labores varias. He vuelto a mis lecturas filosóficas —únicas en verdad que me apasionan. Leo a Platón, a Leibniz, a Kant, a los grandes poetas del pensamiento.

Y a Juan Ramón Jiménez:

Yo trabajo lo que puedo, repuesto por voluntad desesperada de una honda crisis que me llevaba al aniquilamiento. A veces me apasiona el problema de nuestra patria y quisiera… Pero no se puede hacer nada inmediato y directo. Hay un ambiente de cobardía y de mentira que asfixia. Es verdaderamente inicuo este tácito acuerdo que hemos establecido para respetar todo lo huero y ficticio y desdeñar todo lo vital. Parece como si pensáramos todos, con honda convicción, que hay una cosa sagrada: la mentira. […] En fin, trabajemos pacientemente nuestras armas. Pero, al fin, es preciso ir a la guerra [carta a Juan Ramón Jiménez, hacia abril de 1913].

• Machado se desplaza con frecuencia a Madrid («siempre sobre la madera / de mi vagón de tercera») donde sigue y está en contacto con la animación que hacia 1914 cobra la vida intelectual española, a la par de las rápidas transformaciones que experimenta la sociedad. Surge una nueva generación de intelectuales (la llamada «generación de 1914», con José Ortega y Gasset a la cabeza: Manuel Azaña, Fernando de los Ríos, Luis de Zulueta, Salvador de Madariaga, Pablo de Azcárate, Luis Bello, Américo Castro, Luis de Araquistáin…), que aportará un nuevo sentido al papel del intelectual, más integrado en la sociedad, y a la altura de las circunstancias y acontecimientos del nuevo siglo (guerra mundial de 1914-18, revolución rusa de 1917, creación de la III Internacional en 1919…; en España, creciente participación de amplios sectores sociales en la vida pública, industrialización y modernización general de la sociedad, auge del movimiento obrero y de la conflictividad social, guerra de Marruecos, progresiva derechización que desembocará en la Dictadura de Primo de Rivera en 1923, etc.); papel y responsabilización del intelectual que, sin embargo, derivaría hacia posiciones encontradas, más o menos elitistas, unas, o bien de carácter populista, otras. Machado no es ajeno a estas transformaciones y, como antaño en los años de la crisis finisecular —así como después en los años de la guerra civil—, participará en los nuevos tiempos y colaborará en los más destacados periódicos y revistas del momento, junto a la nueva generación de escritores.

• En Baeza, Machado inicia el cuaderno de apuntes editado tras su muerte con el título de Los complementarios (intensificado luego en Segovia).

• Se adhiere a la Liga de Educación Política Española, fundada por José Ortega y Gasset en octubre. Participa en el homenaje a Azorín, en Aranjuez (23 de noviembre), junto con Baroja, J. R. Jiménez y Ortega y Gasset; J. R. Jiménez leyó en nombre de Machado —que no pudo asistir al homenaje— la poesía «Desde mi rincón».

1914

• Colabora en la revista Nuevo Mundo.

En el prólogo al libro del escritor y político republicano Manuel Hilario Ayuso, Helénicas (1914), insiste en sus ideas sobre la actividad poética:

Manuel Ayuso hace política y poesía. Ambas cosas son perfectamente compatibles. Me atreveré a decir más: ha sido casi siempre la poesía el arte que no puede convertirse en actividad única, en profesión. […] un hombre consagrado a la poesía paréceme que no será nunca un poeta. Porque el poeta no sacará nunca la poesía de la poesía misma. Crear es sacar una cosa de otra, convertir una cosa en otra, y la materia sobre la cual se opera no puede ser la obra misma. Así, una abeja consagrada a la miel —y no a la flores— será más bien un zángano, y un hombre consagrado a la poesía y no a las mil realidades de su vida, será el más grave enemigo de las musas.

1915

• Inicia estudios de Filosofía y Letras, como alumno libre, examinándose en la Universidad de Madrid.

• En este año comienza sus colaboraciones en el semanario España (Madrid, 1915-1924), fundado por Ortega y Gasset. España sería el periódico de la nueva corriente intelectual, y en él colaboraron todos los escritores de ambas generaciones, la del 98 y la del 14, e incluso alguno de la del 27 (Salinas, Guillén). Machado, ya en el número de 26 de febrero, publicó el poema elegíaco «A don Francisco Giner de los Ríos» (muerto el día 18 de aquel mes), su antiguo maestro de la Institución Libre de Enseñanza, que desde el poema de Machado, proclama:

Vivid, la vida sigue,
los muertos mueren y las sombras pasan;
lleva quien deja y vive el que ha vivido.
¡Yunques, sonad; enmudeced, campanas!

• En julio, firma el manifiesto de adhesión a la causa de las naciones aliadas (junto con Azcárate, Azorín, Araquistáin, Américo Castro, Cossío, Marañón, Menéndez Pidal, Maeztu, Enrique de Mesa, Ortega y Gasset, Pérez de Ayala, F. de los Ríos, Unamuno, Valle-Inclán y Zuloaga, entre otros).

La guerra europea —así como la revolución rusa de 1917— será un acontecimiento de primera magnitud; Unamuno, Valle-Inclán y otros intelectuales visitaron los frentes aliados. Al respecto, en una carta a Unamuno de 16 de enero de este año, afirma Machado:

Nuestra neutralidad hoy consiste […] en no saber nada, en no querer nada, en no entender de nada. Es verdaderamente repugnante nuestra actitud ante el conflicto actual y épica nuestra inconsciencia, nuestra mezquindad, nuestra cominería. Hemos tomado en espectáculo la guerra, como si fuese una corrida de toros, y en los tendidos se discute y se grita. Se nos arrojará un día a puntapiés de la plaza, si Dios no lo remedia. Los elementos reaccionarios, sin embargo, aprovechan la atonía y la imbecilidad ambiente para cometer a su sombra indignidades como la que V. fue víctima [la destitución de Unamuno como rector de la Universidad de Salamanca el año anterior]. Si no se enciende dentro la guerra, perdidos estamos. La juventud que hoy quiere intervenir en la política debe, a mi entender, hablar al pueblo y proclamar el derecho del pueblo a la conciencia y al pan, promover la revolución, no desde arriba ni desde abajo, sino desde todas partes. Gentes de buen talento hay entre ellos y de noble intención, pero me parecen tocados de un mal disimulado aristocraticismo que malogrará su obra. Importa, sobre todo, que el empujón que vendrá de fuera no nos coja dormidos.

1916

• Escribe el poema «A la muerte de Rubén Darío», fallecido en febrero. El 10 de junio tiene un encuentro con Federico García Lorca, que llega a Baeza en viaje de estudios junto con un grupo de alumnos de la Universidad de Granada, acompañados por el catedrático Domínguez Berrueta. Reunidos en el Instituto, Machado les leyó un poema de Rubén Darío; luego, por la noche, en el Círculo de Artesanos, García Lorca interpretó al piano diversas canciones populares y Machado leyó su poema «La tierra de Alvargonzález».

1917

• Firma el manifiesto de la Liga antigermanófila (18 de enero).

En junio aparece Páginas escogidas (Madrid, Calleja) y en julio la primera edición de Poesías completas (publicadas por la Residencia de Estudiantes, cuyas publicaciones dirigía entonces Juan Ramón Jiménez).

1918

• Obtiene el título de licenciado en Filosofía y Letras.

1919

• Aparece la segunda edición de Soledades, galerías y otros poemas.

En el prólogo a esta edición, Machado se hace eco de los nuevos poetas por venir:

La ideología dominante [cuando escribió Soledades] era esencialmente subjetivista […]. Yo amé con pasión y gusté hasta el empacho esta nueva sofística, buen antídoto para el culto sin fe de los viejos dioses, representados ya en nuestra patria por una imaginería de cartón piedra. Pero amo mucho más la edad que se avecina y a los poetas que han de surgir, cuando una tarea común apasione las almas. Cierto que la guerra no ha creado ideas nuevas —no pueden las ideas brotar de los puños—; pero ¿quién duda de que el árbol humano comienza a renovarse por la raíz, y de que una nueva oleada de vida camina hacia la luz, hacia la conciencia?

• Realiza el doctorado en Filosofía; en junio se examina de metafísica con José Ortega y Gasset (obteniendo la calificación de sobresaliente) y de pedagogía con Manuel B. Cossío (notable), y en septiembre se examina de derecho y estética (con las calificaciones de sobresaliente en ambas asignaturas).

• En octubre obtiene el traslado al Instituto de Segovia, adonde se incorpora el 26 de noviembre.

1920

• Desde su llegada a Segovia, Machado colabora en la creación de la Universidad Popular, incorporándose al grupo fundador (entre otros, Blas Zambrano, profesor de la Escuela Normal y padre de María Zambrano, y que será compañero de Machado en los años segovianos); en la Universidad Popular de Segovia, Machado da una clase bisemanal gratuita de francés, que en el curso siguiente de 1920-21 cambiará por la de «Lecturas literarias» (además, hizo donación de libros suyos para la biblioteca ambulante creada por la Universidad). Frecuenta la tertulia que se reúne en el taller del ceramista Fernando Arranz, y a la que asisten también Blas Zambrano y el escultor Emiliano Barral.

• Comienza sus colaboraciones en el periódico El Sol, en la revista La Pluma (fundada por Manuel Azaña) y en Los Lunes de El Imparcial. Emprende Machado en estos años una gran actividad en la prensa y revistas de amplia difusión, publicando artículos con un claro sentido de formación y pedagógico; esta actividad, que centra el trabajo de Machado a partir de ahora, culminará durante los años de la República con la publicación del «Juan de Mairena» (primero en el Diario de Madrid y luego en El Sol), y después en los años de guerra de 1936-1938.

• Desde Segovia se desplaza regularmente a Madrid (los fines de semana y vacaciones, en su piso de General Arrando, 4), donde sigue la actualidad cultural y del país (en este año, Unamuno publica su poema El Cristo de Velázquez, que tanto elogia Machado; Valle-Inclán publica su primer esperpento, Luces de bohemia, en la revista España).

1921

• Colabora en la revista Índice (Madrid, 1921-1922, fundada por Juan Ramón Jiménez junto con la editorial del mismo nombre; en ella, así como en La Pluma, publicarán sus primeras obras los jóvenes poetas y escritores de la generación del 27).

Son años también de tensiones políticas en el país (asesinato de Dato, desastre de Annual) que preludian la crisis que llevará a la Dictadura de Primo de Rivera. En una carta a Unamuno de este año, Machado expone su visión de la realidad política española (con duras palabras para el partido reformista de Melquíades Álvarez):

hay una desorientación grande y una falta de visión clara del problema político entre los que más se precian de comprensivos y aun, tal vez, no faltan hombres de buena voluntad descaminados y descaminantes. Yo tengo buenos amigos, personas dignas de aprecio por muchos conceptos, entre los llamados reformistas. Creo, sin embargo, que como políticos han hecho una labor negativa, porque son los saboteurs más o menos conscientes de una revolución inexcusable. Comenzaron proclamando la accidentalidad de la forma de gobierno, muy a destiempo y en provecho inmediato de la superstición monárquica y del servilismo palatino. Con ello han conseguido anular la única noble, aunque de corta fecha, tradición política que teníamos, y la labor educadora de Pi y Margall y Salmerón y otros dignos repúblicos, que emplearon cuarenta años de su vida en convencer al pueblo de todo lo contrario. Abandonaron el republicanismo; algunos fueron más allá sin vocación suficiente para ello; otros, los más, quedaron en actitud torpemente pragmática, sin dignidad ideal y sin alcanzar tampoco el aprecio y la eficacia. […] El pueblo hablaba de una idea republicana, y esta idea era, por lo menos, una emoción, ¡y muy noble, a fe mía! ¿Por qué matarla? En vez de ahondar el foso donde se hundiese la abominable España de la Regencia y de este reyezuelo, repugnante lombriz de caño sucio, afirmando al par el republicanismo, y acrecentándolo, depurándolo, enriqueciéndolo de nueva savia, decidieron echar un puente levadizo hasta la antesala de las mercedes. Pecaron de inocentes y, quizás, de fatuos y engreídos, porque pensaron, acaso, que ellos podrían, una vez dentro de la olla grande, dar un tono de salud al conjunto pútrido del cual iban a formar parte. ¡Gran error! Creo que es preciso resucitar el republicanismo, sacando las ascuas de la ceniza y hacer hoguera con leña nueva [carta a Unamuno, 24 de septiembre de 1921].

1922

• Colabora en España, en la efímera revista Horizonte (1922-23, dirigida por Pedro Garfias y J. Rivas Panedas) y en el periódico La Voz de Soria.

En este periódico escribe Machado un breve artículo titulado «Extensión Universitaria», donde toma posición respecto a un polémico debate:

No soy partidario del aristocratismo de la cultura, en el sentido de hacer de ésta un privilegio de casta. La cultura debe ser para todos, debe llegar a todos; pero antes de propagarla, será preciso hacerla. No pretendamos que el vaso rebose antes de llenarse. La pedagogía de regadera quiebra indefectiblemente cuando la regadera está vacía. Sobre todo, no olvidemos que la cultura es intensidad, concentración, labor heroica y callada, pudor, recogimiento antes, muy antes, que extensión y propaganda [«De mi cartera», La Voz de Soria, 8 septiembre 1922].

• Firma el manifiesto de la Liga española para la Defensa de los Derechos del Hombre (4 de marzo); Machado preside la Delegación segoviana de la Liga (el presidente de la sección española era Unamuno). Pronuncia un discurso «Sobre literatura rusa», en la Casa de los Picos de Segovia (6 de abril).

1923

• Publica «Proverbios y cantares» en la Revista de Occidente (Madrid, 1923-1936, en su primera etapa), fundada por José Ortega y Gasset; Revista de Occidente será una de las publicaciones culturales más importantes no ya de España sino de la Europa de entreguerras. Machado colaborará en ella desde su tercer número.

• Prosigue sus colaboraciones en La Pluma, en España y en el Semanario Segovia, e inicia su colaboración en la revista Alfar, de La Coruña, que se prolongará hasta 1925.

• Un grupo de jóvenes poetas, entre ellos Pedro Salinas, Mauricio Bacarisse, Ardavín y Juan Chabás, dedican un homenaje a Machado en Segovia.

1924

• Se estrena en Madrid (enero) una adaptación de El condenado por desconfiado, de Tirso de Molina, realizada por Manuel y Antonio Machado. A este arreglo seguirán otros de varias comedias de Lope de Vega (uno de ellos estrenado en Salamanca en 1925).

• Aparece, en abril, Nuevas canciones (Madrid, Mundo Latino), que recoge poemas de Baeza y Segovia hasta la fecha.

En una encuesta publicada en el semanario La Internacional, Machado había dicho:

Yo, por ahora, no hago más que folklore, autofolklore o folklore de mí mismo. Mi próximo libro será, en gran parte, de coplas que no pretenden imitar la manera popular —inimitable e insuperable, aunque otra cosa piensen los maestros de retórica—, sino coplas donde se contiene cuanto hay en mí de común con el alma que canta y piensa en el pueblo. Así creo yo continuar mi camino, sin cambiar de rumbo [«Dos preguntas de Tolstoi: ¿Qué es el arte? ¿Qué debemos hacer?», La Internacional, n.º 48, 17 septiembre 1920].

• Forma parte del jurado que otorga a Rafael Alberti el Premio Nacional de Literatura, por su libro Marinero en tierra.

Machado prosigue sus anotaciones en el cuaderno de Los complementarios; de este año es el escrito que lleva por título «Problemas de la lírica», fechado el 1 de agosto:

No decimos gran cosa, ni decimos siquiera suficiente, cuando afirmamos que al poeta le basta con sentir honda y fuertemente, y con expresar claramente su sentimiento.

Al hacer esta afirmación damos por resueltos, sin siquiera enunciarlos, muchos problemas.

El sentimiento no es una creación del sujeto individual, una elaboración cordial del yo con materiales del mundo externo. Hay siempre en él una colaboración del tú, es decir, de otros sujetos. No se puede llegar a esta simple fórmula: «mi corazón, enfrente del paisaje, produce el sentimiento. Una vez producido, por medio del lenguaje lo comunico a mi prójimo». Mi corazón, enfrente del paisaje, apenas sería capaz de sentir el terror cósmico, porque aun este sentimiento elemental necesita, para producirse, la congoja de otros corazones enteleridos en medio de la naturaleza no comprendida. Mi sentimiento ante el mundo exterior, que aquí llamo paisaje, no surge sin una atmósfera cordial. Mi sentimiento no es, en suma, exclusivamente mío, sino más bien nuestro. […] Un segundo problema. Para expresar mi sentir tengo el lenguaje. Pero el lenguaje es ya mucho menos mío que mi sentimiento. Por de pronto, he tenido que adquirirlo, aprenderlo de los demás. Antes de ser nuestro, porque mío exclusivamente no lo será nunca, era de ellos, de ese mundo que no es ni objetivo ni subjetivo, de ese tercer mundo en que todavía no ha reparado suficientemente la psicología, del mundo de los otros yos [Los complementarios, 146R-146V].

1925

• Aparece la segunda edición de Páginas escogidas. Publica «Reflexiones sobre la lírica» en la Revista de Occidente (junio). Es elegido miembro correspondiente de la Hispanic Society of America.

1926

• El 9 de febrero es estrenada la primera obra teatral de Manuel y Antonio Machado, Desdichas de la fortuna o Julianillo Valcárcel, en el teatro de la Princesa de Madrid, con gran éxito de público y crítica. En años sucesivos, Antonio y Manuel Machado, aprovechando las estancias del primero en Madrid, escribirán y estrenarán otras cinco obras (Juan de Mañara, 1927; Las adelfas, 1928; La Lola se va a los Puertos, 1929;

La prima Fernanda, 1931; y La duquesa de Benamejí, 1932). En este mismo mes (21 de febrero), Antonio y Manuel Machado reciben un homenaje por parte de sus antiguos compañeros de la Institución Libre de Enseñanza; el acto tuvo lugar en los jardines de la Institución y fue ofrecido por el profesor institucionista Manuel Bartolomé Cossío.

• Firma el manifiesto (11 de febrero) de la Alianza Republicana (conglomerado republicano constituido por iniciativa de Manuel Azaña, Manuel Hilario Ayuso, Roberto Castrovido, Marcelino Domingo y Alejandro Lerroux, y con el objetivo común de poner fin a la Dictadura y a la monarquía; a ella se adhirieron personalidades de diversa procedencia: Clarín, Luis Bello, Blasco Ibáñez, Marañón, Enrique de Mesa, Ramón Pérez de Ayala, Luis de Tapia, Ayala, Eduardo Ortega y Gasset, Unamuno, etc.).

• Comienza la publicación del «Cancionero apócrifo de Abel Martín» en la Revista de Occidente (mayo-junio).

Abel Martín tuvo una larga gestación, quizá en torno a los diez años. En Los complementarios se referirá a un «cancionero del siglo XIX»: «Los poetas han hecho muchos poemas y publicado muchos libros de poesías; pero no han intentado hacer un libro de poetas»; y a renglón seguido comenzaba Machado un «cancionero apócrifo» de 14 poetas (junto también con cinco posibles ensayistas y una lista de «filósofos españoles del siglo XIX», con la anotación: «Seis filósofos que pudieron existir, con seis metafísicas diferentes»), entre los que figura también el siguiente: «Antonio Machado. Nació en Sevilla en 1875. Fue profesor en Soria, Baeza, Segovia y Teruel. Murió en Huesca en fecha todavía no precisada. Alguien lo ha confundido con el célebre poeta del mismo nombre, autor de Soledades, Campos de Castilla, etc.» Todos estos poetas y filósofos decimonónicos se resumirán, al fin, en uno, Abel Martín, y a quien a su vez sucederá su discípulo Juan de Mairena. En una carta a Ernesto Giménez Caballero, director de La Gaceta Literaria (y publicada en esta revista), dice Machado:

Abel Martín y Juan de Mairena son dos poetas del siglo XIX que no existieron, pero debieron existir, y hubieran existido si la lírica española hubiera vivido su tiempo. Como nuestra misión es hacer posible el surgimiento de un nuevo poeta, hemos de crearle una tradición de donde arranque y él pueda continuar. Además, esa nueva objetividad a que hoy se endereza el arte, y que yo persigo hace veinte años, no puede consistir en la lírica —ahora lo veo muy claro—, sino en la creación de nuevos poetas —no nuevas poesías—, que canten por sí mismos. El verdadero sermón poético, a la española, ha de engendrar en el espíritu como se engendra en la carne y, por ende, impregnar a la musa para nuevos poetas que, a su vez, nos den en el porvenir las nuevas canciones [«Una carta de Machado sobre poesía», La Gaceta Literaria, n.º 34, 15 mayo 1928].

1927

• Estreno de Juan de Mañara, de Antonio y Manuel Machado, en el teatro de la Reina Victoria de Madrid, el 17 de marzo. Este mismo mes Machado es elegido miembro de la Real Academia Española (aunque no llegó nunca a formalizar su entrada en la Academia; en 1931, redactó un proyecto de discurso de ingreso, que quedó en borrador).

En una carta a Unamuno (12 de junio de 1927), dice: «Le agradezco su felicitación por mi nombramiento de académico. Es un honor al cual no aspiré nunca; casi me atreveré a decir que aspiré a no tenerlo nunca. Pero Dios da pañuelo al que no tiene narices.» Del borrador del discurso de ingreso, redactado en 1931, entresaco dos fragmentos; el primero es una presentación de sí mismo, que dice:

No creo poseer las dotes específicas del académico. No soy humanista, ni filólogo, ni erudito. Ando muy flojo de latín, porque me lo hizo aborrecer un mal maestro. Estudié el griego con amor, por ansia de leer a Platón, pero tardíamente y, tal vez por ello, con escaso aprovechamiento. Pobres son mis letras en suma, pues aunque he leído mucho, mi memoria es débil y he retenido muy poco. Si algo estudié con ahínco fue más de filosofía que de amena literatura. Y confesaros he que, con excepción de algunos poetas, las bellas letras nunca me apasionaron. Quiero deciros más: soy poco sensible a los primores de la forma, a la pulcritud y pulidez del lenguaje, y a todo cuanto en literatura no se recomienda por su contenido. Lo bien dicho me seduce sólo cuando dice algo interesante, y la palabra escrita me fatiga cuando no me recuerda la espontaneidad de la palabra hablada.

Más adelante apunta unas reflexiones sobre la lírica del siglo XIX; después de afirmar que «quiero hacer constar que la poesía, y especialmente la lírica, se ha convertido para nosotros en problema», dice:

A través de todo el siglo romántico resuena un tema negativo, el de la irrealidad de cuanto trasciende del sujeto individual. Nunca se insistirá demasiado sobre el escepticismo […] y el solipsismo del ochocientos. Todo el siglo fue, en lo profundo, una reacción monstruosa contra los dos temas esenciales de la cultura occidental, que son —¿quién puede dudarlo?— el de la dialéctica socrática, que inventa la razón humana, la comunión mental de una pluralidad de sujetos en las ideas trascendentes; y el de la otra más sutil dialéctica del Cristo, que revela el objeto cordial, y funda la fraternidad de los hombres emancipada de los vínculos de la sangre. Sólo Platón y el Cristo supieron dialogar, porque ellos más que nadie, creyeron en la realidad espiritual de su prójimo. El ochocientos, en cambio, se mostró, en lo profundo, incapaz para el diálogo, lo que explica el carácter egolátrico de su lírica. Su pensamiento parte siempre del yo para tornar a él. Ninguna de sus metafísicas implica la realidad irreductible y absoluta del tú. Esto es lo que quería decir mi apócrifo Juan de Mairena cuando afirmaba que el hombre del ochocientos no creyó seriamente en la existencia de su vecino.

Y sigue, a continuación:

El mañana, señores, bien pudiera ser un retorno —nada enteramente nuevo bajo el sol— a la objetividad, por un lado, y a la fraternidad, por otro. Una nueva fe —porque es en el campo de las creencias donde se plantean los problemas esenciales del espíritu— se ha iniciado ya. Comienza el hombre nuevo a desconfiar de aquella soledad que fue causa de su desesperanza y motivo de su orgullo. Ya no es el mundo mi representación, como era en lo más popular, la única verdad metafísica popular del ochocientos. Se tornó a creer en lo otro y en el otro, en la esencial heterogeneidad del ser.

1928

• Conoce a «Guiomar» (Pilar de Valderrama) en junio. En octubre tiene lugar el estreno de la obra de Manuel y Antonio Machado, Las adelfas. Aparece la segunda edición de Poesías completas (Madrid, Espasa-Calpe). Colabora en la joven revista Manantial, de Segovia.

1929

• Estreno el 8 de noviembre de La Lola se va a los Puertos, en el teatro Fontalba de Madrid, el mayor éxito teatral de los hermanos Machado. Publica las «Canciones» a Guiomar en la Revista de Occidente (septiembre).

De este año es una carta a Unamuno (exiliado desde el inicio de la Dictadura, primero en París y luego en Hendaya, después de haberse evadido de la isla de Fuerteventura adonde fue desterrado), donde Machado se refiere a la situación política del momento:

De política, acaso sepa V. desde ahí, más que nosotros, los que vivimos en España. Aquí, en apariencia al menos, no pasa nada. Y lo más triste es que no hay inquietud ni rebeldía contra el estado actual de cosas. Las gentes parecen satisfechas de haber nacido. Nadie piensa en el mañana. Para muchos una caída en cuatro pies tiene el grave peligro de encontrar demasiado cómoda la postura. Yo, sin embargo, quiero pensar que tanta calma y tanta conformidad, son un sueño malo, del cual despertaremos algún día [carta a Unamuno, 16 de enero de 1929].

1931

• El 14 de febrero interviene en el primer mitin de la Agrupación al Servicio de la República, en el teatro Juan Bravo de Segovia, junto con José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón y Ramón Pérez de Ayala; Machado interviene como presidente de la sección segoviana de la Agrupación.

• El 14 de abril es proclamada la República. Antonio Machado es uno de los republicanos que en este día izan la bandera republicana en el Ayuntamiento de Segovia.

En un artículo titulado «El 14 de abril de 1931 en Segovia» (publicado en La Voz de España, abril de 1937, en conmemoración de aquel día), dice Machado:

Fue un día profundamente alegre —muchos que ya éramos viejos no recordábamos otro más alegre—, un día maravilloso en que la naturaleza y la historia parecían fundirse para vibrar juntas en el alma de los poetas y en los labios de los niños.

Mi amigo Antonio Ballesteros y yo izamos en el Ayuntamiento la bandera tricolor. Se cantó La Marsellesa; sonaron los compases del Himno de Riego. La Internacional no había sonado todavía. Era muy legítimo nuestro regocijo. La República había venido por sus cabales, de un modo perfecto, como resultado de unas elecciones. Todo un régimen caía sin sangre, para asombro del mundo. Ni siquiera el crimen profético de un loco, que hubiera eliminado a un traidor [se refiere a Lerroux], turbó la paz de aquellas horas. La República salía de las urnas acabada y perfecta, como Minerva de la cabeza de Júpiter.

Así recuerdo yo el 14 de abril de 1931.

Desde aquel día —no sé si vivido o soñado— hasta el día de hoy, en que vivimos demasiado despiertos y nada soñadores, han transcurrido seis años repletos de realidades que pudieran estar en la memoria de todos. Sobre esos seis años escribirán los historiadores del porvenir muchos miles de páginas, algunas de las cuales, acaso, merecerán leerse. Entre tanto, yo los resumiría con unas pocas palabras. Unos cuantos hombres honrados, que llegaban al poder sin haberlo deseado, acaso sin haberlo esperado siquiera, pero obedientes a la voluntad progresiva de la nación, tuvieron la insólita y genial ocurrencia de legislar atenidos a normas estrictamente morales, de gobernar en el sentido esencial de la historia, que es el del porvenir. Para estos hombres eran sagradas las más justas y legítimas aspiraciones del pueblo; contra ellas no se podía gobernar, porque el satisfacerlas era precisamente la más honda razón de ser de todo gobierno. Y estos hombres, nada revolucionarios, llenos de respeto, mesura y tolerancia, ni atropellaron ningún derecho ni desertaron de ninguno de sus deberes. Tal fue, a grandes rasgos, la segunda gloriosa República española, que terminó, a mi juicio, con la disolución de las Cortes Constituyentes. Destaquemos este claro nombre representativo: Manuel Azaña.

• Este mismo mes (24 de abril) se estrena La prima Fernanda en el teatro de la Victoria de Madrid. Junto con Manuel Machado, es nombrado hijo adoptivo de Sevilla. Es elegido miembro del Patronato de las Misiones Pedagógicas (14 de agosto), presidido por Manuel B. Cossío.

• Publica en Revista de Occidente (octubre) el extenso poema «Recuerdos de sueño, fiebre y duermivela» .

1932

• Estreno de La duquesa de Benamejí (26 de marzo) en el teatro Español. En septiembre, Machado es trasladado al Instituto Calderón de la Barca de Madrid, adonde se incorpora en octubre para ocupar la cátedra de francés.

• Es nombrado hijo adoptivo de Soria (octubre). Participa en el homenaje a

1933

• Aparece la tercera edición de Poesías completas, que incluye los cancioneros apócrifos de Abel Martín y Juan de Mairena. El teatro universitario La Barraca, creado este año y dirigido por Federico García Lorca, escenifica La tierra de Alvargonzález.

1934

• Publica en Octubre el artículo «Sobre una lírica comunista, que pudiera venir de Rusia» (abril).

• Comienza la publicación de «Juan de Mairena» en el Diario de Madrid («Juan de Mairena» se publicó por entregas en este periódico a partir del 4 de noviembre, y después en El Sol, desde el 17 de noviembre de 1935 hasta la edición de los artículos en forma de libro, en mayo de 1936; luego, Machado continuará la publicación de las prosas de «Juan de Mairena» en la revista mensual Hora de España, desde su primer número en enero de 1937 hasta el último en octubre de 1938).

1935

• Se adhiere a la Asociación Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura, constituida a raíz del I Congreso Internacional de Escritores celebrado en París este año (estaba presidido por una junta de 12 miembros, entre ellos Valle-Inclán; en España la Asociación tendría un desarrollo escaso y en febrero de 1936 se disolvió para constituir la Alianza Internacional de Escritores Antifascistas, que pronto alcanzaría una gran repercusión).

• Antonio y Manuel Machado terminan el drama El hombre que murió en la guerra (estrenado por Manuel, en Madrid, en 1941).

1936

• En abril aparece la cuarta edición de Poesías completas, la última edición en vida de Machado, y al mes siguiente Juan de Mairena. Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo (Madrid, Espasa-Calpe), que recoge todo lo publicado en la prensa desde 1934.

• Al estallar la guerra civil tras el golpe de Estado del 18 de julio, Machado se adhiere a la República.

MADRID – VALENCIA – BARCELONA – COLLIOURE
(1936-1939)

1936

• El día 24 de noviembre tiene lugar la evacuación de intelectuales a Valencia, dispuesta por el gobierno republicano y organizada por el V Regimiento; la expedición llega a Valencia el día 26, instalándose en la Casa de la Cultura (Machado salió de Madrid con su madre, sus hermanos José, Francisco, Joaquín y las familias de estos últimos). Pocos días después se traslada a Villa Amparo, cerca del pueblo de Rocafort y próximo a Valencia.

• Colabora en el semanario Ahora y en Ayuda, donde publica el famoso poema «El crimen fue en Granada» (17 de octubre), a raíz del asesinato de Federico García Lorca.

• En noviembre firma la resolución del Secretariado de la Asociación Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura (junto con Rafael Alberti, José Bergamín, Ilya Ehrenburg, André Malraux, etc.).

• En este año mueren Valle-Inclán (el 5 de enero) y Unamuno (el 31 de diciembre); la muerte de Unamuno, especialmente, afectará en gran manera a Machado.

1937

• Prosigue la publicación de «Juan de Mairena» a partir del primer número de la revista Hora de España (enero 1937 – octubre 1938), órgano de los intelectuales republicanos y una de las publicaciones más importantes de los años de guerra (fundada y dirigida en Valencia por Rafael Dieste, Antonio Sánchez Barbudo,

Ramón Gaya y Juan Gil-Albert, a los que se unieron a mediados de año María Zambrano y Arturo Serrano Plaja; en su consejo de colaboración figuraban, además de los mencionados, León Felipe, José Moreno Villa, Ángel y Alberto Ferrant, Antonio Machado, José Bergamín, Tomás Navarro Tomás, Rafael Alberti, J. Fernández Montesinos, P. Bosch Gimpera, Rodolfo Halffter, José Gaos y Dámaso Alonso; el equipo de redacción estaba formado por Sánchez Barbudo, Serrano Plaja, Rafael Diste, Gil-Albert, Gaya –ilustrador de la revista–, Gaos y Manuel Altolaguirre; colaborarían además con artículos y poemas Rosa Chacel, Benjamín Jarnés, Huidobro, Octavio Paz, Aleixandre, Cernuda, Miguel Hernández, García Lorca, etc.). Los artículos de «Juan de Mairena» de Antonio Machado abrían cada número, en la primera sección de «Ensayos».

• Participa en la Conferencia Nacional de Juventudes Socialistas (12 de enero) en Valencia. En un acto público al aire libre, el 1 de mayo en Valencia, lee su «Discurso a las Juventudes Socialistas Unificadas».

Son los meses álgidos de la guerra. Machado está enfermo (tiene 62 años), y así lo dice en una carta al escritor ruso David Vigodsky (publicada en Hora de España, n.º IV, abril 1937):

En efecto, soy viejo y enfermo, aunque usted por su mucha bondad no quiera creerlo: viejo, porque paso de los sesenta, que son muchos años para un español; enfermo, porque las vísceras más importantes de mi organismo se han puesto de acuerdo para no cumplir exactamente su función. Pienso, sin embargo, que hay algo en mí todavía poco solidario de mi ruina fisiológica, y que parece implicar salud y juventud de espíritu, si no es ello también otro signo de senilidad, de regreso a la feliz creencia en la dualidad de substancias.

De todos modos, mi querido Vigodsky, me tiene usted del lado de la España joven y sana, de todo corazón al lado del pueblo, de todo corazón también enfrente de esas fuerzas negras –¡y tan negras!– a que usted alude en su carta.

En España lo mejor es el pueblo. Por eso la heroica y abnegada defensa de Madrid, que ha asombrado al mundo, a mí me conmueve, pero no me sorprende. Siempre ha sido lo mismo. En los trances duros, los señoritos –nuestros barinas– invocan la patria y la venden; el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre y la salva. En España, no hay modo de ser persona bien nacida sin amar al pueblo. La demofilia es entre nosotros un deber elementalísimo de gratitud.

• En julio interviene en el II Congreso Internacional de Escritores, organizado por la Alianza Internacional de Escritores Antifascistas como demostración de solidaridad de los intelectuales de todo el mundo con la causa de la República (la delegación española estaba formada por Benavente, Álvarez del Vayo, Ricardo Baeza, Margarita Nelken, María Teresa León, Bergamín, Alberti, Navarro Tomás y León Felipe); Machado lee en el Congreso reunido en Valencia el discurso de clausura, «Sobre la defensa y la difusión de la cultura».

• Es nombrado presidente del Patronato de la Casa de la Cultura, colaborando en Madrid. Cuadernos de la Casa de la Cultura; colabora además, en este año, en numerosas publicaciones de la guerra: La Voz de España, Ahora, Servicio Español de Información, Ayuda, Nuestra Bandera, Mediodía, Defensa Nacional, Liberación, Nueva Cultura, Nuestro Ejército, Frente Rojo…, además de sus artículos mensuales en Hora de España. A pesar de sus años y enfermedad, la actividad de Machado en la prensa en esos años de guerra es ingente.

En el discurso pronunciado en la sesión de clausura del II Congreso Internacional de Escritores, Machado insiste en los temas de 1934-1936:

Entre nosotros, españoles, nada señoritos por naturaleza, el señoritismo es una enfermedad epidérmica, cuyo origen puede encontrarse, acaso, en la educación jesuítica, profundamente anticristiana y –digámoslo con orgullo– perfectamente antiespañola. Porque el señoritismo lleva implícita una estimativa errónea y servil, que antepone los hechos sociales más de superficie –signos de clase, hábitos e indumentos– a los valores propiamente dichos, religiosos y humanos. El señoritismo ignora, se complace en ignorar –jesuíticamente– la insuperable dignidad del hombre. El pueblo, en cambio, la conoce y la afirma, en ella tiene su cimiento más firme la ética popular. «Nadie es más que nadie» reza un adagio de Castilla. ¡Expresión perfecta de modestia y de orgullo! Sí, «nadie es más que nadie» porque a nadie le es dado aventajarse a todos, pues a todo hay quien gane, en circunstancias de lugar y tiempo. «Nadie es más que nadie», porque –y éste es el más hondo sentido de la frase–, por mucho que valga un hombre, nunca tendrá valor más alto que el valor de ser hombre. Así habla Castilla, un pueblo de señores, que siempre ha despreciado al señorito [Hora de España, n.º VIII, agosto 1937].

1938

• Ante el avance de los nacionales, en marzo se traslada a Barcelona. Machado se instala provisionalmente en el hotel Majestic y, a los pocos días, se aloja en la torre Castañer (en el paseo de Sant Gervasi). Prosigue sus colaboraciones en Hora de España (la revista se había trasladado a Barcelona en enero) y comienza su serie de artículos en La Vanguardia con el título «Desde el mirador de la guerra», que constituyen una de las visiones más clarividentes y trágicas sobre la guerra de España escrita en estos años. Continúa sus colaboraciones en Servicio Español de Información y Nuestro Ejército, y escribe los prólogos a los libros de Manuel Azaña, Los españoles en guerra, y de Valle-Inclán, La corte de los milagros.

1939

• El día 22 de enero marcha con su familia y junto con otros intelectuales en dirección a la frontera de Francia, adonde llegan tras duras penalidades el día 27. La frontera es un éxodo. Antonio Machado, enfermo, tiene 64 años; su madre Ana Ruiz que le acompaña, 88. El paso de la frontera es a pie y bajo la lluvia que cae en este fatídico día, junto a una multitud de gente (el 14 de enero había caído Tarragona y pocos días después los nacionales llegaban a la línea del Llobregat; el gobierno republicano se trasladó de Barcelona a Gerona –la última sesión parlamentaria celebrada en suelo español, con Negrín al frente, fue en Figueras el 1 de febrero–; Barcelona cayó el 26 de enero: hasta el 10 de febrero pasaron a Francia en torno a las 400.000 personas, entre ellas Machado). El día 29 de enero, Machado, su madre y su hermano José llegan a Collioure, instalándose en el hotel Bougnol-Quintana (Machado declina diversos ofrecimientos de asilo, entre ellos el de trasladarse a la Unión Soviética). En febrero, Machado cae enfermo, agravándose el día 18. El día 22 de este mes, muere Antonio Machado; tres días después moría también su madre. Ambos fueron enterrados en el cementerio del pueblecito francés de Collioure.

Termino esta cronología con la misma cita de Antonio Machado que encabeza esta revista Abel Martín:

Escribir para el pueblo –decía mi maestro– ¡qué más quisiera yo! Deseoso de escribir para el pueblo, aprendí de él cuanto pude, mucho menos, claro está, de lo que él sabe. Escribir para el pueblo es escribir para el hombre de nuestra raza, de nuestra tierra, de nuestra habla, tres cosas inagotables que no acabamos nunca de conocer. Escribir para el pueblo es llamarse Cervantes, en España; Shakespeare, en Inglaterra; Tolstoi, en Rusia. Es el milagro de los genios de la palabra. Por eso yo no he pasado de folklorista, aprendiz, a mi modo, de saber popular. Siempre que advirtáis un tono seguro en mis palabras, pensad que os estoy enseñando algo que creo haber aprendido del pueblo [Hora de España, n.º I, enero 1937].

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